Me acomodo en la cama con mi hermana y subimos todo el volumen de la pequeña radio que tenemos. Son pocos los días en los que mi hermana puede estar todo el día en casa, por lo que siempre nos esforzamos en aprovechar nuestra compañía haciendo de todo, incluyendo escuchar el programa que desde niñas amamos.
Terminando el programa ponemos una película en la televisión. Es una comedia romántica de preparatoria.Esperamos un rato a su prometido, Jack, que quedó en traer más películas y botanas para pasar la noche. La verdad es que me la paso muy bien con ellos cuando están en casa, siempre me han ayudado y apoyado en todo, y es algo que les voy a agradecer siempre.
Cuando a ambos los está venciendo el sueño, se levantan y me avisan que ya se van, pero antes mi hermana me avisa que la vecina traerá a los cachorros que tuvo su perra, para que los cuide y me hagan compañía mientras estoy sola en casa.
Acepto y los veo irse. A eso de las 11 la vecina toca la puerta y salgo a recibirla. Trae seis cachorros en brazos, y su hijo sostiene a la mamá con una correa a su lado. Cómo puedo sostengo a los cachorros y la correa de la mamá, y con el pie cierro la puerta. Me paso la tarde jugando con ellos en la sala, dándoles de comer y correteándolos cuando agarran algo.
El sábado, mi hermana quedó en llegar temprano, por lo que la espero en la sala viendo una película con dos cachorros acurrucados en mi regazo. Tocan el timbre y reviso la hora, es raro, se supone que hoy vendrán por los cachorros más tarde de lo normal, pero aún así me asomo por la ventana. Parece un repartidor de pizza.
— Hola, ¿pizza hawaiana?— dice el chico revisando el ticket de compra.
— No, lo siento, creo que te equivocaste — el chico revisa el ticket de nuevo
confundido y pide disculpas.
Lo veo alejarse, y cuando voy a cerrar la puerta, un cachorro sale apresurado de la casa —¡Espera! ¡Ven aquí! —
Me agacho llamándolo tratando de que me haga caso, aún no ha salido del jardín. Miro alrededor, la calle está sola, no hay nadie que me pueda ayudar. Sigo llamando al cachorro tratando de que vuelva a entrar a la casa, pero no lo hace, y en un descuido, dos más de ellos se salen de la casa. Pasan unos minutos y los cachorros siguen sin querer regresar, y ya unos cuantos carros han pasado a toda velocidad por aquí.
Uno de ellos cruza la reja, haciendo que los otros dos lo sigan, están a punto de cruzar la calle, y algunos carros siguen pasando rápido. Vuelvo a mirar alrededor por si alguien pasa y pueda ayudarme, pero no hay nadie. Las manos no dejan de temblarme, y la vista se me nubla por las lágrimas.
Trato de poner un pie fuera de la casa, pero en seguida lo regreso.
No me veo capaz de salir en este momento. Pero los cachorros se siguen acercando cada vez más a la calle, tampoco puedo dejar que les pase algo. Cierro los ojos e inhalo profundamente.
Sin pensarlo más, corro hacia la calle centrándome solamente en los cachorros, no miro nada más. Llegando a ellos los agarro, pero no veo al coche que se aproxima a mi, cegándome con las luces delanteras. Le doy la espalda tratando de cubrir a los cachorros, pero afortunadamente el coche alcanza a frenar, y de él sale mi hermana y su prometido, quienes me ven con incredulidad. Porque sí, después de siete meses de no salir de mi casa, lo he hecho tratando de salvar a los cachorros.
Cuando me doy cuenta de que sigo afuera, me apresuro a entrar a la casa con los cachorros en brazos. Los dejo en el sillón y corro hacia mi cuarto cerrando con seguro y yendo directo al baño a lavarme la cara. Las manos me siguen temblando y no puedo dejar de llorar.
Con cada segundo qué pasa me cuesta respirar más, y los llamados de
mi hermana tocando la puerta no me ayudan. Me deslizo por la pared hasta tocar suelo y meter mi cabeza entre las piernas, tratando de controlar mi respiración.
Los días siguientes los paso acostada en mi cama, no puedo levantarme sin sentir que estoy fuera de la casa, expuesta y desprotegida. Incluso he soñado con personas alrededor de la calle, burlándose de mí y de mi aspecto.
Mi hermana viene cada que puede a verme y a tratar de convencerme que salga de la cama, pero no puedo.
Y Jack se ha estado quedando en casa cuidando de mi.
— Sabes, hoy en el parque habrá una exposición de pintura, habrá descuentos, e incluso creo que habrá explicaciones sobre cada pintura. ¿Te gustaría ir? —
Siento mis ojos llenarse de lágrimas y un nudo inmenso en la garganta. La pintura era mi actividad favorita en todo el mundo antes de que me quitaran lo que más quería en la vida.
— La exposición empieza a las 5, tienes dos horas para decidir, te estaré
esperando abajo —
Sigo mirando por la ventana, sintiendo mi corazón apretarse y las lágrimas mojando mi almohada. Sintiendo que una gran oportunidad de poder salir adelante se me está yendo de las manos. La impotencia es tanta que me hace levantarme de la cama, ponerme ropa decente y arreglar un poco mi aspecto, miro mi estante, tengo varios colores, pero hoy me animo por mi favorito. Tal vez ya sea tarde, no sé cuánto tiempo estuve lamentándome, pero lo importante es que salí de la cama.
Bajo la escalera silenciosamente, Jack está sentado en la cocina mirando a la calle con un vaso de agua en las manos, pero en cuanto me ve, la mirada se le ilumina y sonríe.
— Escogiste el morado para salir ¿eh? — dice, aún sin dejar de sonreír — Me encanta —
Le sonrío de vuelta, un poco nerviosa, apenas estoy procesando que tendré que salir de nuevo de la casa. Miro la puerta con miedo, pero sé que es necesario, ya es hora. Tomo la mano de Jack y juntos nos dirigimos hacia la puerta. La luz del sol me deslumbra, y doy un paso atrás, pero Jack me detiene y me anima a seguir.
Las manos me tiemblan, y ya he pensado varías veces en regresar corriendo a la casa y encerrarme de nuevo en mi cuarto, pero por lo menos, todo va bien. No puedo evitar mirar a todos lados mientras recorremos la calle que nos lleva al parque, temiendo que la gente me esté mirando y burlándose de mi, pero casi nadie se fija en mi aspecto, incluso mi vecina, me sonrió y guiñó un ojo cuando pasó junto a mi.
El sol me recuerda a mamá, recuerdo que ella me cargaba mientras mi hermana iba en bicicleta junto a nosotras, nos gustaba hacer pícnics en el parque al que nos dirigíamos. Recuerdo que siempre llevaba ese sombre floreado, incluso cuando hacía aire, no lo soltaba ni olvidaba por nada.
Llegando al parque no lo puedo creer, en verdad salí de mi casa y llegué a un parque lleno de personas. Pero todos esos problemas desaparecen en cuanto veo las pinturas, ese cosquilleo en mis dedos aparece de nuevo, uno que hace mucho no sentía, el cual me incita a tomar un pincel y pintar lo que se me ocurra en ese momento. Jalo la mano de Jack para ir a ver la primera pintura. Me maravillo con los trazos del pintor, de cada detalle de la pintura y de la explicación que da una chica muy amable. Y así sigo el resto del día, recorriendo, observando y escuchando la explicación de cada pintura, sin darme cuenta de que el tiempo ha pasado tan rápido, que hasta que Jack me tiene que decir que tenemos que regresar porque ya ha oscurecido. Ni cuenta me di.
Llegando, mi hermana está en el sillón, supongo que Jack le habrá avisado que salimos, porque no se ve preocupada, al contrario, se tan emocionada y feliz, que incluso tiene lágrimas en los ojos.
Lo he hecho, he podido salir más veces de las que puedo contar, mi hermana está más feliz que nunca, y yo también. Y ambas se lo agradecemos a Jack prácticamente todos los días, y aunque lo niegue y diga que todo lo hice yo, sin él no lo hubiera hecho. Me ha llevado a distintos lugares en el último mes. He usado todos los colores más extrovertidos que he encontrado, pero el día de hoy, que fuimos a ver las instalaciones de mi nueva escuela, llevé negro. Fue algo muy importante para mi, un gran paso en mi recuperación.
Me quito la playera y la peluca negra, mi favorita, porque aunque me llega a los hombros, creo que me queda muy bien. Observo mi reflejo en el espejo y ob
servo las cicatrices en mi pecho. Al lado tengo la foto en dónde estamos mi mamá, mi hermana y yo. No puedo evitar que los ojos se me llenen de lagrimas, porque sé que mi mamá estaría orgullosa de mi, de saber que aunque ella no pudo, yo salí adelante, yo logré vencer al cáncer que se la llevó a ella.
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